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Una de las prácticas vecinales que se convirtió en una costumbre muy arraigada fue la facendera, que consistía en las prestaciones personales y obligatorias de los vecinos para hacer frente a la reparación de caminos y puentes. Solían convocarse a concejo mediante una campana.

Fueron los propios ayuntamientos, que sustituyeron a los concejos, los que acabaron con esta costumbre, que se mantuvo hasta comienzos del siglo XX, cuando ya era imposible a obligar a realizar unos servicios que eran función del estado.

Los días en los que "se corrían los caminos” con el fin de repararlos los determinaba cada concejo y normalmente solían ser en las épocas del año en que había menos trabajo en el campo. Los vecinos que no acudían a la facendera o no pagaban el salario equivalente a un día de trabajo, eran multados.

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Fuente: Páramo del Sil. Historia, Arte y Sociedad de un Municipio.